sábado, 28 de febrero de 2009


Cielo vs. Tierra
“La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato.”

Julio Cortázar - "Rayuela" capítulo 36.

Simplemente, genial. Es tan cierto, tan verdad. Cuántas veces nos olvidamos de que el Cielo está en las cosas más simples, en las cosas puras despojadas de toda esa mierda que anda dando vuelta.
¿Cómo hacer para estirarme y poner un pie sobre la Tierra y el otro en el Cielo si mis piernas son tan cortas? La respuesta es mucho más fácil de lo que todos creen… simplemente es una actividad mental, si se puede llamar así. La sonrisa es siempre un pasaporte directo al Cielo. Es pensar que el Cielo está en todas partes, y que no es necesario “estirar la pata” para alcanzarlo. Mi Cielo está en el recuerdo de mis nonos, en los mates con mi hermana, en los viajes con mi viejo, a la tarde cuando veo la novela con mi mamá en la cama. Está en los amigos, en los verdaderos y en los que andan dando vuelta por ahí. Mi Cielo está en la música de Sabina, en una rosa que le regalo a una amiga triste, en un dibujo… en una canción. Está en un mensajito que me mandaste, en un abrazo que me diste, en tus ojos, en tu piel. Está en los tererés en la puerta de casa, en las siestas de los sábados, en las corridas de todos lo días, hasta en el colectivo que me tomo al menos dos veces por día. Está en un buen libro, en una canción de bossa, en las carcajadas por una caída tonta. En un alfajor Terrabusi Glaseado, en una barrita de Chocolate Águila, en mi Patiecito, en la lluvia con truenos. Puede parecer una pavada. Sí, no estás loco si pensás que es una exageración. Pero prefiero pasar por boba y no dejarme pellizcar por la rutina, por los horarios, por esas cosas tan aburridas, por las complicaciones innecesarias. Cuesta mucho darse cuenta de que el Cielo está en todas partes, pero una vez que lo sabés y que lo sentís, ni se te cruza por la cabeza seguir perdiendo el tiempo. No pretendo dar lecciones de vida, ni mucho menos. Estoy a menos de la mitad del camino, si es que hay un camino por ahí. Sólo invito a mantener los pies sobre la Tierra sin dejar de volar y de contagiarse de todas esas cosas lindas y puras que hay en el Cielo.
Sin Tierra no podríamos vivir. Menos aún, sin Cielo.
Escondé tu Cielo donde quieras, el destino me llevará derechito ahí. Amén.

1 comentario:

Emiliano Piotto dijo...

Está bien, me convenciste. No sólo voy a comprar el libro, sino que también lo leeré. Me gustó mucho tu metáfora de "Estirar la pata" para estar en el cielo y en la tierra a la vez. A veces cuesta mucho darse cuenta de que el cielo está tan cerca, tanto que lo podemos tocar con las cálidas manos de nuestra imaginación.
Mi cielo es una botella de coca de vidrio, una noche de urracas, un comentario tuyo en verdades y algún que otro porroncito en un bar. Me gusta tocar el cielo cuando escribo. Me gusta tanto volar que a veces soy feliz.