lunes, 8 de diciembre de 2008


Simplemente, hay cosas que se nos vuelven necesarias.

Les presento a mi “patiecito”. Es chiquito, pero es grande de corazón.

Hace un tiempo sólo formaba parte de mi casa. Un ambiente más,una puerta más. Ahora se me hace inevitable no pasar por ahí en algún momento del día, aunque sea unos minutos.


Por culpa de los atrevidos, tuve que abandonar la puerta de casa por miedo a que me hagan entrar de apuro. Fue así cómo descubrí el “patiecito”.

Tiene unas sillas blancas, una mesita redonda y muchas plantas en un costado. Tiene una fuente que no se usa hace tiempo y en el techo hay unas rejas negras sólo por precaución. Es el pulmón de una casa que a veces aturde. Es el pedazo que el día me vaya, me quisiera llevar.

Si mirás al frente, podés poner el DVD de Sabina y acompañarlo con unos buenos mates semi - dulces. Si tenés ganas de escuchar, por los costados podés poner un CD de bossa y leer un buen libro. Suena encantador ¿no? Para mí lo es.

Te invito a mi “patiecito”, a mi lugar, al lugar dónde mejor pega el sol en la mañana, dónde corre el mejor vientito a la noche. Cuando llueve es perfecto, y si estás vos…más aún.

Si algún día no me ves por ahí, buscame en mi “patiecito”. Amén.

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